sábado, 26 de febrero de 2011

Son aquellas pequeñas cosas...

Yyyyy si verdaderamente así es.... son aquellas pequeñas cosas, esos gratos momentos, aquellas cálidas compañías las que nos hacen sentir vivos, plenos y capaces de “sentir”. Nos ha ocurrido hoy, casi sin proponérnoslo, una mezcla de casualidad, asombro y porque no cierto toque de fortuna...
Anoche, tras buscar en internet un sitio donde poder comer y romper con la pesada monotonía, topamos sin quererlo con el link de un sencillo pero acogedor restaurante, parecía bonito pero aún así decidimos respetar aquel refrán (que creemos nunca falla). Y sin intención de aventurarnos, optamos por el “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pero, como la vida esta llena de pequeñas grande cosas, casualmente aquel sitio en el que habíamos pasado placenteros momentos juntos, había cerrado. Entonces, vimos aquellas colillas de cigarrillo pegadas junto con un poco de polvo en la puerta del local, y casi sin detenernos a pensar, nos lanzamos a buscar otro restaurante donde calmar nuestro hambre y donde, además, pudiésemos compartir un agradable momento lejano de las vicisitudes de la vida cotidiana... Mas cerca de lo que creíamos y casi sin saber hacia donde nos dirigíamos, caímos como por golpe del destino en la puerta de uno de aquellos locales que habíamos visto en internet, Al Pensiero. Si si, este era el sitio, este mismo! Y verdaderamente, que poco nos llamaba a entrar y, al mismo tiempo,  cuanto nos invitaba a sentarnos en una de sus blancas mesitas...Aún con todo, tras pasar la puerta de cristal, que gratificante era ese aroma a levadura fresca; esa música clásica y, porque no, esa cálida sonrisa de bienvenida, de aquella camarera tan llena de experiencia como falta de ella. Ese trato familiar, cordial, lleno de perfectas imperfecciones... La comida exquisita, fruto (como no puede ser de otra manera) de aquellas cosas hechas con AMOR. Y sí, es cierto, y por eso nos sorprendió tanto; que faltos estamos de estas cosas en estos tiempos revueltos...Y claro que sí, que bien nos ha sentado encontrar y disfrutar, gracias a un capricho del destino, de un momento en que nuestros cinco sentidos y el mundo entero entran en armonía.

Para todas aquellas personas que saben apreciar las pequeñas grandes cosas de la vida les recomiendo esta “crepería y pizzería”, así han decidido denominarla. Esta en la zona de la Universidad de Zaragoza, exactamente en la calle Arzobispo Apaolaza 5. Les sugiero que apiolemos al conejo blanco, de “Alicia en el país de las maravillas” que todos llevamos dentro y nos sentemos a esperar, porque:  “Una buena comida no espera al buen comensal, pero un buen comensal sí debe esperar una buena comida”. Si de algo estoy segura es que no dejará de sorprenderles...








Escribió Dianela Gómez para noeseltiempo.blogspot.com
               

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